miércoles, 27 de mayo de 2015

Quiero ser presidente del Real Madrid



La noticia de la que voy a hablar hoy ha sido muy comentada en los últimos días. La decisión del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, de destituir al entrenador del equipo, Carlo Ancelotti, ha suscitado todo tipo de comentarios. Como siempre en este blog, trataré de dar una visión alternativa, basada en lo que no se nos suele contar. De ello trata mi libro, Las aristas borrosas del éxito (enlace aquí), ficción contemporánea, en el que los protagonistas son personajes destacados de grandes corporaciones, como el que nos ocupa ahora.

La gran mayoría de opiniones de estos días hacen hincapié en una cuestión: para el presidente del Real Madrid, la figura del entrenador no representa algo fundamental. Prueba de ello es que, durante sus doce años de mandato, han sido nueve los ocupantes del banquillo blanco. Además, como muchos señalan, el perfil como técnico de un entrenador cesado suele ser muy diferente, cuando no opuesto, al de su sustituto. Es decir, tras todos estos años resulta evidente que no hay una línea clara en el estilo de entrenador que la presidencia desea. Sin embargo, lo que casi nadie dice es que esto puede ser debido a una idea: la de subrayar la necesidad de un cambio. Es decir, uniendo ambos razonamientos: cuando hay un cambio de entrenador, no se busca necesariamente alguien que proponga un juego basado en el ataque, o que promocione a jugadores de la cantera, o que sea capaz de proponer innovaciones tácticas –variando incluso en un mismo partido-.  Se busca reforzar la idea de cambio, es decir, que se va hacia algo diferente a lo que había antes.

El otro punto en común fundamental es lo que constituye el capricho del presidente, y que da título a esta entrada: su afición a realizar personalmente los –costosísimos- fichajes del equipo. Hace tiempo que en el Real Madrid desapareció la figura del director técnico, que en otros equipos de alto nivel se antoja crucial –véase el caso de Monchi en el Sevilla año tras año, y aun el de Zubizarreta en el Barcelona, a pesar de su reciente cese-. El director técnico, o director deportivo, entre otras funciones, tiene la de proponer a la directiva los fichajes a realizar –incluyendo el del entrenador-, así como recomendar a los jóvenes de la cantera que pueden subir al primer equipo. Es, en suma, el responsable de la parcela deportiva a medio y largo plazo, ya que del día a día se encarga el entrenador. De lo cual se deduce que ambos, entrenador y director deportivo, deben trabajar codo con codo, y por ello no es de extrañar que para el presidente del Real Madrid sean figuras poco valoradas. El presidente, socio del Madrid desde tiempo inmemorial, prefiere guiarse por los consejos de amigos y conocidos, además de por su criterio personal, a la hora de realizar los fichajes. Dado que el club dispone de ingentes recursos económicos, no resulta difícil que casi siempre se consiga fichar a cualquier jugador que se desee. También aquí quiero ir un poco más allá: el presidente valora mucho algo que, en apariencia, no muchos otros hacen. Se trata de la dimensión mediática del futbolista.

El presidente es plenamente consciente del impacto mediático del Real Madrid en todo el mundo. A pesar de ser un empresario de primera fila, presidente de la multinacional ACS, y de tener por ello contacto con altos cargos de todo el mundo, el fútbol le ha hecho subir un peldaño, casi diría que el último que le faltaba. Ha pasado de, como empresario, tratar con ministros, secretarios de estado, y otros altos cargos, a vérselas directamente con jefes de estado. A día de hoy, el Real Madrid ha creado escuelas de fútbol en más de 70 países de los cinco continentes. Según la revista Forbes, es el segundo club más valioso del mundo, tras los New York Yankees de béisbol. Sin embargo, no es lo mismo valor que popularidad; creo que la popularidad del fútbol sumando los cinco continentes es muy superior a la del béisbol, y por ende, la del Real Madrid –y también la del Barcelona- muy superior a la de cualquier equipo de béisbol. Así pues, Florentino Pérez sabe que tiene en sus manos la gallina de los huevos de oro y, dado que su actividad empresarial está ligada a la construcción de infraestructuras, es fácil entender que su dedicación al Real Madrid redunda en su faceta como empresario.

Por ello, como se recuerda en estos días, no le importa lo más mínimo organizar grandes actos cada vez que realiza un fichaje, y por ello, cuando ha comparecido para anunciar la destitución de Ancelotti, ha preferido emplazar al mundo a un nuevo acto, dentro de unos días, para presentar a su sustituto. En mi opinión no es porque le encante darse baños de masas, o porque disfrute apareciendo en público, sino porque es consciente de los beneficios que ello reporta al club, y a su propio negocio. Los fichajes realizados en el último año dan idea de hasta qué punto van ligados sus fichajes con la dimensión mediática del equipo: esta temporada han aterrizado en Madrid los referentes futbolísticos de Colombia –James Rodríguez-, Costa Rica –Keylor Navas-, Noruega –Martin Odegaard-, el elegido mejor mediocentro de la liga brasileña –Lucas Silva-, y un campeón en el último mundial como Toni Kroos. No cabe duda de que para Florentino Pérez la dimensión mediática es tan importante como la puramente futbolística.

De todos modos, todo lo anterior no llega a explicar el porqué de la destitución de Ancelotti –otro fichaje mediático en su día, debido a su prestigio-, aunque puede dar algunas pistas. Consciente en todo momento de la dimensión universal del Real Madrid, el presidente tiene claro que una temporada que termina como la actual, sin ningún título ganado, debe considerarse un fracaso rotundo. Haber caído eliminados en las semifinales de la Champions League, o haber luchado por la Liga española hasta la penúltima jornada no son atenuantes; en el mundo, lo que se pide a un equipo ganador como el Real Madrid es que gane. De modo que, cuando no se gana, hay que cambiar algo. No es suficiente con sonreír y decir que el próximo año habrá que hacerlo mejor, o tener más suerte con las lesiones. En la cabeza del presidente, que lleva siendo alto cargo de empresas y diferentes organismos desde que tenía 26 años, el planteamiento está claro. Para superar un fracaso se requiere, en primer lugar, un responsable. De este modo, la primera medida a tomar debe ser prescindir de ese responsable, con lo cual, en cierto modo, el problema ha empezado a resolverse. Va a llegar alguien nuevo, con capacidad para cambiar la situación. Como decía antes, cuanto más diferente sea el nuevo responsable, mejor, ya que reforzará la idea del cambio. Y una vez elegido el nuevo responsable, se comunica al mundo: “Hemos cambiado, ¿lo veis? A partir de ahora, todo va a ir mejor”.

No es de extrañar, en vista de todo lo anterior, que su etapa como presidente no esté plagada de éxitos. El hecho de que en doce años su equipo haya ganado tres títulos de Liga, dos Copas del Rey y en otras dos ocasiones la Champions League muestra que sólo en ciertas ocasiones la pléyade de estrellas mediáticas es adecuadamente dirigida por el entrenador de turno y se logra uno o varios títulos. Sin embargo, como es el caso de Ancelotti, cualquier cascada de títulos –cuatro en el año 2014- o récord de victorias consecutivas quedará en nada si le sigue un fracaso. Porque un fracaso, necesariamente, supondrá un cambio.

Así que, muy pronto, llegará un nuevo entrenador al Real Madrid, que conseguirá mantener su puesto mientras consiga títulos consecutivamente y será despedido, sin duda, cuando se produzca un fracaso. Con toda seguridad, si el próximo año por estas fechas el Real Madrid vuelve a quedarse sin títulos, el nuevo entrenador será despedido –si no lo ha sido antes de final de temporada-. Mi impresión personal es que Ancelotti ha decidido quedarse a vivir en Madrid el año próximo, y sacar un abono para ver los partidos en el Santiago Bernabéu, porque es consciente de esta situación. Incluso puede que haya sido el propio Florentino quien se la haya planteado. En tal caso, ¿alguien se extrañaría de que dentro de un año veamos de nuevo a Ancelotti entrenando al Real Madrid? Sería algo coherente con todo lo anterior; un cambio ahora y, un año más tarde, otro cambio que deshace el anterior. No hay que olvidar los logros deportivos de Ancelotti durante su primer año y medio y, sobre todo, la opinión favorable que ha conseguido por parte de plantilla, aficionados y prensa. Si ha sido destituido ha sido únicamente por la falta de títulos (Liga, Copa, Champions). De este modo, si las cosas no fuesen bien a lo largo de la próxima temporada, el mensaje presidencial dentro de un año sería más o menos así: “con este entrenador no hemos conseguido el objetivo que nos planteamos de volver a ganar títulos, así que traemos de nuevo al hombre que más títulos nos ha dado en un solo año en toda nuestra historia. Bienvenido de nuevo, Carlo”. Se admiten apuestas.