viernes, 19 de diciembre de 2014

Todos a la cárcel (o no)



El año que vamos a terminar se ha visto plagado de noticias relacionadas con la corrupción. Los informativos nos han remitido continuamente a los tribunales, a propósito de querellas, imputaciones e incluso condenas a personajes de primera línea. Hasta ahora, este tipo de noticias estaba asociada a los personajes del corazón, que ocupaban la mayoría de las noticias. Los grandes empresarios o los dirigentes públicos ocupaban un lugar casi anecdótico. A pesar de que siempre ha habido escándalos, era frecuente que éstos acabasen sin imputación, o sin condena, o con una pena reducida (inferior a dos años, lo que no supone ingreso en prisión). Sólo unos pocos tenían la mala fortuna –podría decirse, a la vista de los datos- de acabar con sus huesos en la cárcel.


Sin embargo, este año además se ha extendido una nueva medida cautelar: la prisión sin fianza. Hasta ahora, esta medida era aplicada principalmente en el caso de sospechosos de asesinatos, violaciones, y casos que generaban gran alarma social. Se trata de una medida pensada para asegurar el correcto desarrollo del proceso penal, al considerar que la libertad del acusado podría alterar el curso de dicho proceso. De modo que, en rigor, habría que aplicar esta medida muy frecuentemente, ya que son muchos los imputados que podrían entorpecer el proceso, ocultando o destruyendo pruebas, o incluso huyendo a un destino desconocido. Este es el criterio que se entiende que han seguido los jueces y, a la luz de dicha medida, hemos visto pasar por prisión a banqueros, alcaldes, presidentes de diputación y otros altos cargos. En realidad, lo extraño es que no hayan sido muchos más los encarcelados.

En 2014 hemos visto ingresar en prisión a personajes relevantes de la vida social como José Ortega Cano, Isabel Pantoja, José María del Nido, Julián Muñoz, Maite Zaldívar, y hasta a Josep Lluis Núñez. Salvo el primero, todos los demás han ido a parar a la cárcel por temas financieros: fraude fiscal, blanqueo de capitales, apropiación indebida, son expresiones que rodean la mayoría de estos casos. También importantes empresarios y banqueros: a Miguel Blesa –ingresó por vez primera en 2013- le siguieron Roberto López Abad –exdirector general de la CAM-, y Gerardo Díaz Ferrán –presidente además de la CEOE-. Otros banqueros, como los pertenecientes a la cúpula de Caixa Penedés y la de Caixanova, han esquivado finalmente la cárcel con bajas condenas. Finalmente, habría que mencionar a los altos cargos políticos: presidentes de comunidad –caso de Jaume Matas- o de diputación provincial –Carlos Fabra, en Castellón, o Marcos Martínez, en León-. Como en los otros casos, las motivaciones económicas están detrás de su paso por los tribunales.



Sin embargo, esto que parece un avance destacable –la condena a todos aquellos poderosos que han abusado claramente de su poder- está lejos de llegar a su fin. Hay numerosos casos abiertos que son noticia todas las semanas, ya que son especialmente llamativos. Por ejemplo, el de los ERE andaluces, con casi 230 imputados –cifra que no para de crecer-. Otros, como el del caso NOOS, con la hermana del Rey y su esposo como imputados. Y varios casos en los que se cruzan varias administraciones públicas –sur de Madrid, o islas Baleares-. De modo que, previsiblemente, otros muchos ilustres personajes desfilen por prisión a lo largo de 2015.

Más allá de que parece haber una especie de presión masiva, ante la crisis económica que dura ya muchos años, para que los de arriba carguen con las culpas, me interesa resaltar el hecho de que las trampas estén tan generalizadas. Hay quien dice que los que nos dirigen son un reflejo de la sociedad a la que representan: cada uno, en su nivel, hace trampas. Obviamente, las que realizan los que manejan o influyen en grandes cantidades de dinero, son trampas más importantes y, por tanto, son perseguidas y castigadas. Sin embargo, mi idea es la contraria: aquellos que nos representan, los que llegan por unos u otros motivos a los escalones más altos de la pirámide social, ¿no deberían ser justamente los más capacitados, los más inteligentes y también los más prudentes para ser conscientes de que muchos ojos se ponen sobre ellos? Los puestos excepcionales deberían estar ocupados por gente igualmente excepcional, y en muchos casos da la impresión contraria, es decir, que se trata de gente bastante vulgar. Hablamos de delitos cometidos, muchos de ellos, en los últimos 3-4 años, es decir, en plena crisis –considerando la quiebra de Lehman Brothers en 2008 un posible comienzo-. En plena crisis económica española y mundial, que haya habido gente con tan pocos escrúpulos es lo que no se puede perdonar. Habrá que esperar a ver si en 2015 se manda a todos a la cárcel, como decía la película –aunque en otro sentido- o no.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Luxemburgo, ACS y el Éibar



Como suele suceder todos los años por estas fechas, las turbulentas aguas de la política y la economía se van serenando. El periodo navideño y sus vacaciones, parece también influir en aquellos que deciden cuándo y cómo liberar las bombas informativas. En mis últimas entradas se puede constatar que esto no es casual. Daré dos ejemplos claros: el escándalo de la agresiva política fiscal de Luxemburgo, divulgado  justo después de la toma de posesión de su ex primer ministro ahora como Presidente de la Comisión Europea. Y el otro ejemplo: el estallido de la noticia sobre las finanzas de la familia Pujol Ferrusola en los meses previos a la votación para consultar a los catalanes por el tema de la independencia. Ambos asuntos eran conocidos desde hace años, sin embargo su detonación se ha realizado en fechas ciertamente significativas. Como cuento en mis libros (enlace aquí), siempre hay alguien moviendo los hilos en la sombra, en función de intereses que normalmente no son conocidos por la gente corriente.

Respecto al escándalo de Luxemburgo, obviamente de mayor alcance, ya que afecta a la totalidad de países europeos, esta semana se ha conocido algo más al respecto. Los ministros de economía de las principales potencias europeas –véase Alemania, Francia e Italia- han solicitado a la Comisión Europea que se ilegalice la planificación fiscal agresiva. Así es como se ha denominado a las prácticas luxemburguesas, ahora desveladas al gran público. Igualmente, por proximidad, Bélgica y Holanda se han movilizado. Mientras los primeros han solicitado a Luxemburgo la lista de empresas y particulares acogidos a estos acuerdos preferentes, en Holanda han puesto en práctica una normativa, que estaba en desuso, para compartir sus acuerdos preferentes con los países que lo soliciten. Ante todo esto, siempre hay quienes opinan que habría que mantener el statu quo, ya que en caso contrario las grandes multinacionales llevarán su dinero a otros paraísos fiscales fuera de Europa. Y que es mejor recibir el 0,5% de mucho dinero que el 60% de nada. No siendo un planteamiento descabellado, es ciertamente triste que este tipo de argumentos se planteen. Supone resignarse a que los tramposos siempre lograrán escapar; como dice el refrán, “hecha la ley, hecha la trampa”, y hay quienes siempre lograrán evadir las leyes.

Esta semana nos han llegado otras noticias que me han llamado la atención. ACS ha resultado principal adjudicataria, con un 70% de participación, del primer contrato de un tren de alta velocidad en Estados Unidos, concretamente de un tramo de 105 kilómetros situado en California. No deja de ser llamativo que el Real Madrid, club cuyo presidente es el mismo que el de ACS, haya realizado en los últimos años su stage de pretemporada en la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA). Y además, haya comenzado su pretemporada disputando varios partidos en el país americano. Esto de que el dinero llama al dinero parece cumplirse especialmente con esta constructora, que ya ha resultado adjudicataria de dos autopistas en Colombia, país ligado en los últimos meses al equipo madridista.

Sin embargo, como siempre en la vida se pueden encontrar excepciones positivas, mencionaré el caso del Eibar. Equipo modesto, por decir algo. Su presupuesto es casi treinta veces menor -18 millones frente a 520 del coloso madridista- y lograron ascender a primera división con un presupuesto de 4 millones. La sociedad tuvo que realizar una ampliación de capital para poder mantenerse en las categorías profesionales, y también realizó una ampliación del estadio, hasta las 6.700 localidades, menos de un 10% del aforo del Santiago Bernabéu. Contra todo pronóstico, su desempeño en la máxima categoría del fútbol español está siendo brillante, y son el primer equipo vasco en la categoría, aventajando nada menos que a Real Sociedad y Athletic Club de Bilbao, dos históricos del fútbol español. Y todo ello, tras 14 jornadas disputadas, más de un tercio del campeonato. Su entrenador ya es requerido para realizar conferencias ante ejecutivos, y sus principales jugadores comienzan a ser pretendidos por equipos más poderosos. Parece complicado que el milagro pueda mantenerse durante varios años, por lo complicado que resulta mantener una plantilla competitiva con bajo presupuesto. Pero, mientras tanto, en Éibar viven una etapa que recordarán durante mucho tiempo. Bravo por ellos.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Qué hemos hecho con Luxemburgo: promocionar a Juncker

En mi anterior entrada en este blog contaba cómo gran parte de los ciudadanos del mundo occidental habíamos descubierto de golpe a Luxemburgo. Un país discreto, algo muy acorde con su ubicación centroeuropea. En las semanas posteriores, curiosamente, hemos contemplado unos movimientos que ahora resumiré y que me hacen pensar que hay muchas cosas que se nos ocultan a la mayoría de los mortales. Sobre esto hablo en mis libros (enlace aquí).

Los días posteriores a la revelación de los ya famosos tax ruling, acuerdos confidenciales de Luxemburgo con empresas multinacionales suscritos entre 2002 y 2010, las miradas se han dirigido hacia una persona. Jean-Claude Juncker, actual presidente de la Comisión Europea, fue Primer Ministro de Luxemburgo durante ese periodo. Pocos días después de la revelación de los acuerdos, el mencionado aprovechó un pleno de la Comisión para explicar que él no ha sido el arquitecto de dicho modelo. Algo con lo cual pocos discreparán; se entiende que la labor de un primer ministro no es idear una estrategia fiscal, aunque sí es su responsabilidad que se aplique correctamente, como así ha sido. De hecho, se da por sentado su presencia en la negociación con todas las multinacionales que suscribieron estos acuerdos preferentes en su pequeño país.

Pues bien, tras estos primeros movimientos, llega lo que, al menos para mí, está fuera de toda lógica. Los dos principales grupos en el Parlamento Europeo, populares y socialistas, respaldan al actual presidente. Han utilizado para ello argumentos como que no es el primer país que realiza estas prácticas. Con ello parecen olvidar que Luxemburgo es miembro fundador de lo que ahora es la Unión Europea, en su constitución hace más de sesenta años. Y lo que se ha revelado ahora es, claramente, un caso de competencia desleal frente a sus socios en dicha institución, y esto sí es grave. Además, estas prácticas han sido reveladas ahora a los ciudadanos normales, pero ya eran conocidas en otras instancias, el número de empresas de inversión y bancos ubicados en este pequeño ducado no son ningún secreto. El mismo Juncker ha preguntado por qué se le cuestiona por este tema justamente ahora que ha sido nombrado Presidente de la Comisión Europea. A mí se me ocurre una respuesta evidente: alguien que ocupa su puesto, representando a todo un continente, debería tener una reputación de imparcialidad y buenas prácticas que no concuerda con lo que ahora sabemos de él. Podría decirse, siendo poco sutil, que su trabajo hasta ahora ha consistido en traicionar a sus socios comunitarios con la agresiva política fiscal que ha llevado a cabo. En su autodefensa, otra de las controvertidas declaraciones que ha realizado es que, desde hace años, siempre ha mantenido una postura pública que aboga por la armonización fiscal a nivel europeo. Esto puede entenderse como que, sabiendo que cada país hace lo que quiere a nivel fiscal, ellos se han puesto a la cabeza. Pero, en mi opinión, lo hacen a demasiados pasos por delante del resto, entrando claramente en el terreno de la competencia desleal. Quizá en el futuro tengamos más revelaciones de otros países europeos que realicen prácticas similares, pero en este momento, lo de Luxemburgo parece ciertamente escandaloso. Y más aún el apoyo por parte de la mayoría del parlamento. Por qué le protegen es, al menos a nivel público, un misterio.

En vista de la posición de apoyo mayoritario de la que disfruta, al menos han sido los grupos minoritarios -conocidos como euroescépticos, o eurófobos- los que han decidido plantear una moción de censura. Es decir, el planteamiento es justo el contrario a la lógica: los grupos que defienden la desigualdad y el separatismo europeo, son los que plantean la dimisión de Juncker -que ha fomentado justamente eso, que cada uno vaya por libre-. Y los grupos que se muestran a favor de la cohesión, son los que quieren que Juncker siga al frente. Con lo cual, me reafirmo en que hay muchas cosas, demasiadas cosas, que se nos ocultan. Porque, si no, no hay forma de entender estas posturas.

Como colofón a tanta incomprensión, dado que el resto de socios en la Unión Europea ha permanecido callado durante años ante esta clara asimetría, y algunas más -como el tratamiento a la banca que se está dando en cada país-, creo que la impresión al mundo que está dando este organismo es obviamente negativa. A los ciudadanos se nos ha contado durante muchos años que la unión generaba ventajas para todos, pero cada vez da más la impresión de que cada país intenta moverse por su cuenta. A costa, muchas veces, del resto de sus socios europeos. El futuro dirá si esta tendencia cambia, pero hoy en día, da la impresión de que cada país trata de hacer la guerra por su cuenta.



viernes, 7 de noviembre de 2014

Y qué hacemos con Luxemburgo

Esta semana, en la rueda de noticias económicas que parecen pensadas a propósito para cabrear al personal -me refiero a los sufridos lectores de clase media-baja, ahora más baja que media- le ha tocado el turno a Luxemburgo. Por qué se destapan ahora estas informaciones, conocidas desde hace años -como los escándalos de los Pujol Ferrusola, ya tratados en este blog, o como el caso de las tarjetas de Caja Madrid- es otro asunto interesante, que trataré en otra entrada. El caso es que ahora, parece ser, toca Luxemburgo. Y toca hacerse con uno de mis libros -enlace aquí- que tratan de temas como este.

Volvamos a Luxemburgo, precioso país situado en el corazón mismo de Europa. En una cascada de noticias, nos hemos enterado de golpe y porrazo de varias cosas, a saber: que muchas de las principales multinacionales que trabajan en nuestro país "se llevan" sus beneficios a sus empresas matrices, domiciliadas en Luxemburgo, encubiertos como intereses de supuestos préstamos que permitían a estas multinacionales trabajar aquí. De este modo, aquí declaran pérdidas porque esos supuestos intereses siempre superan al beneficio que hubiesen podido obtener en nuestro país. Con esta maniobra, no sólo no pagan impuestos por sus beneficios reales, sino que evitan pagarlos en el futuro, hasta que "se recuperen". Cosa que, evidentemente, no va a pasar nunca, si se mantiene la operativa descrita. A cambio, las empresas matrices en Luxemburgo pagan un interés irrisorio por un beneficio que, ciertamente, debe de ser brutal, ya que aglutina los de todas sus filiales europeas.

Pero hay más. Parece ser que, además de las multinacionales, los grandes fondos de inversión del mundo operan desde Luxemburgo. Parece ser que este pequeño país -sería la tercera provincia más pequeña si estuviera en España, sólo por delante de Álava y Guipúzcoa- es el segundo del mundo en el que más fondos de inversión están radicados, detrás de Estados Unidos. Casi nada. Del mismo modo que en el caso de las multinacionales, esta operativa está amparada mediante acuerdos a la carta con las autoridades de Luxemburgo. Estos acuerdos se denominan tax rulings, y son negociados individualmente para cada entidad que quiere domiciliarse en el país. Y, además, son secretos. Para entidades de gran tamaño como las que se incluyen en estos dos apartados, se intuye que la tributación puede ser inferior al 1% -como se ha mencionado, el acuerdo de tributación es individualizado y secreto-. Dado el volumen de negocio que manejan estas empresas, es fácil entender que este país presente uno de los PIB per capita más elevados del mundo.

Todo lo anterior podría parecer relativamente normal si estuviésemos hablando de un paraíso fiscal. Sin embargo, no es así. Luxemburgo es un país miembro de la Unión Europea, igual que España, y no es considerado paraíso fiscal. Las razones por las que no lo es hacen pensar, una vez más, cómo los políticos y demás gestores están bajo la influencia de los grandes capitales. Una vez hecho público el escándalo y siendo conocido por la ciudadanía, entonces sí, las instituciones públicas empiezan a mover su pesada maquinaria. La Comisión Europea anunció ayer que va a investigar el caso. No lo va a tener fácil, ya que, para colmo, el actual presidente de la comisión fue en su día primer ministro luxemburgués. Demasiados intereses cruzados como para que haya una resolución clara y contundente en contra de estas prácticas, como sería oportuno. Una vez más, se cumple el dicho de que quien parte y reparte, se lleva la mejor parte.




viernes, 24 de octubre de 2014

Que pase el siguiente



La última entrada de este blog enunciaba una teoría tan poco edificante como arriesgada. Tras conocerse el caso de las tarjetas black, de Caja Madrid y Bankia, muchos dirigentes aparecían implicados. Tantos como ochenta y siete. Se trata de una amplia muestra de consejeros ligados a partidos políticos, sindicatos, y a la patronal de los empresarios. Y también de meros directivos, como los contratados por cualquier empresa privada. Como decía allí, la proporción de honradez frente a latrocinio es terrorífica: sólo cuatro de los implicados no utilizaron las tarjetas, frente a ochenta y tres que sí. Y lo más grave es que estos últimos la utilizaron para cosas que nada tenían que ver con los gastos de representación, para lo cual se entiende que recibieron las tarjetas.

Quien haya leído alguno de mis dos libros –enlace aquí- podrá entender qué lleva a estos personajes a comportarse así. Tanto en el ámbito público, como en el privado. Y la noticia que inspira la entrada de este blog pertenece a este último ámbito. Se ha conocido esta semana que la multinacional Vodafone, que en julio adquiría a la empresa Ono, ha anulado el bonus que tenían los tres principales directivos de esta última. El motivo es que se ha demostrado que estos tres directivos conocían la manipulación de los ingresos de Ono, que aumentaron su valor como empresa e hicieron que Vodafone tuviese que pagar más para adquirirla. Casualmente, estos tres directivos tenían derecho a percibir unos bonus desorbitados -68 millones de euros entre los tres- en función del precio de venta de su compañía. Obviamente, les interesaba a toda costa “generar valor” en su compañía, para que el precio de venta fuese el mayor posible.

Este caso recuerda claramente a otro escándalo mayor todavía, destapado hace unos meses. La compañía Gowex reconocía en julio que las cuentas de sus últimos cuatro años eran falsas. El presidente reconocía que era incapaz de pagar sus deudas, y presentaba su dimisión. Eso sí, unos meses antes había vendido un importante paquete accionarial, embolsándose muchos millones de euros. Además de, presumiblemente, la mayoría de las subvenciones que recibió la compañía por parte de organismos públicos: Instituto de Crédito Oficial y Banco Europeo de Inversiones, entre otros. El asunto está ahora en los tribunales, pero parece que el fundador ha puesto a buen recaudo su dinero en paraísos fiscales.  Así que parece complicado que tanto instituciones como inversores particulares recuperen su dinero. Estamos, como en el caso de Ono, ante otro aparente caso de latrocinio, esta vez en el sector puramente privado.

Como en este mundo se encuentran ejemplos de todo, ahora daré un ejemplo mixto público-privado. Esta semana se ha producido un registro simultáneo en varias ciudades de España relacionado con las actividades empresariales de Oleguer Pujol, de quien hablaba en otras entradas. Al hilo de esta noticia, se ha sabido que ocho bancos, sólo uno de los cuales es español, prestaron recientemente nada menos que 1.600 millones de euros a una de sus sociedades. Parece que hay más bancos que han prestado cantidades menores, sumando en total la cantidad de 2.200 millones.

Que entidades extranjeras de reconocido prestigio hayan financiado operaciones tan sospechosas como la que mencionaba en otra entrada –la compra al Santander de más de mil sucursales bancarias- ha hecho sospechar a los investigadores que Pujol disponía de dinero opaco para devolver rápidamente el préstamo. Al parecer, el importe –más intereses- debe ser devuelto antes de que finalice este año, a pesar de que hasta agosto se había devuelto únicamente el 8,5%. Es sorprendente que reputados bancos de toda Europa accedan a una operación de este tipo, en la cual deben aparecer de la noche a la mañana más de mil millones de euros para que ellos recuperen sus préstamos. Y el valor de los inmuebles no parece garantía suficiente. Menos en estos tiempos, pero tampoco hace unos años, cuando se suscribió el crédito.

Para terminar con este caso, me gustaría mencionar a la otra parte, el Santander. Aunque no he leído nada en este sentido, en mi opinión tampoco tendría que salir impune de este caso. Aparentemente, son “los listos” de este caso, ya que obtienen una cantidad escandalosa de dinero, a cambio de pagar un modesto alquiler -40 millones de euros anuales-. Además, si en un momento dado decidiesen recomprar sus locales, el precio sería sensiblemente inferior al que percibieron en su día por la venta. De modo que, como siempre, la banca siempre gana. Sin embargo, el hecho de ser la parte vendedora en su trato con Pujol no les exime de ser conscientes –y en cierto modo, cómplices- de la irregularidad de la operación, más allá de que ellos cobren su dinero. De hecho, se puede imaginar un círculo vicioso formado por favores políticos al Santander, apoyo de otros bancos europeos al financiar una operación interesante para el gigante español, y devolución de los favores políticos recibidos permitiendo regularizar el dinero opaco. Como se ve, el gran banco español no sería precisamente un sujeto pasivo en esta cadena de favores.

Público o privado, me atrevería a ampliar la apuesta de la anterior entrada: ¿será 83 a 4 la proporción de dirigentes –públicos y privados- que son honrados frente a los mezquinos, que no conocen escrúpulo alguno si se encuentran con la posibilidad de amasar una fortuna? La avalancha de maniobras fraudulentas que vamos conociendo apunta la respuesta en dirección al sí. Parecemos estar sumidos en una espiral que quién sabe cómo acabará.